sábado, 7 de junio de 2008

Fiestas de la Independencia y Cabildos y Carnavales de Barrios

Mucho se ha discutido y se discutirá sobre la transformación de la conmemoración patria de la Independencia de Cartagena al termino Fiestas de La Independencia y como esta transformación, influyó para que en los barrios por fuera del “corralito de piedra” se apropiaran de la misma y reinterpretaran en “leal saber y entender” ese fenómeno festivo del Gran Caribe, pero igualmente esta trasgresión ha tenido unos costos que pocos quieren asumir y muchos endilgar en nombre de la “civilización” y las “buenas maneras”.

Amigos y amigas me han ilustrado, sobre que el verdadero proceso de revitalización de nuestras fiestas comienza en la década de los 80 del siglo pasado, con un Alcalde que pocos recuerdan, Antonio Pretelt Emiliani que apoyó e impulsó las diversas celebraciones y a los ocho grupos folclóricos existentes en la ciudad, por primera vez en la historia del Concurso Nacional de Belleza, los puso a participar en el desfile del mal llamado “Bando” , claro que algunos amigos y amigas folcloristas van a insistir en que eso es mentira, lo cierto de todo ello es que los procesos debe iniciarlos alguien, no nacen por generación espontánea, otra cosa bien diferente es que no nos guste el personaje y queramos desconocer sus aciertos, actitud bien común en nuestro medio.

Luego de un largo proceso de invisibilización de nuestras manifestaciones folclóricas tradicionales y autóctonas, por culpa de todos, incluidos los folcloristas mismos, paradójicamente con grandes éxitos musicales sonando en la radio a lo largo y ancho del mundo; la desidia oficial y privada dio sus frutos, de la sobria celebración patria de principios de siglo 20, con Tedeum y parada militar a bordo, desfile de las instituciones educativa públicas y privadas por las calles del Centro Histórico y alrededor del “Camellón de los Mártires” todos los 11 de Noviembre, hasta bien entrado 1960, paulatinamente fueron mermando aquellas hasta desaparecer y el tiro de gracia lo dio un cartagenero de “rancia estirpe” y parlamentario por Bolívar para mas piedra: Edmundo Emiliani Román a la sazón pariente de aquel que fungía como Alcalde a la ciudad, decía que Edmundo Emiliani Román terminó por desprestigiar nuestra fecha patria al proponer que aquellos festejos no patrios, entre los cuales incluyó el 11 de Noviembre, se trasladaran al lunes siguiente para así disminuir la cantidad de “puentes” no autorizados por el Estado que se tomaban las clases trabajadoras del país y así elevar la producción.

Es decir, que de un solo plumazo aquel “cartagenero insigne”, seguro estoy que hasta condecorado debe estar por el Honorable Concejo de la ciudad, borró la gesta histórica de Pedro Romero y su Huestes amén de los hermanos Gutiérrez de Piñerez y otros que se escapan de la memoria, suspicacia me produce hoy día a mí tal decisión, sin que nadie me lo diga, me atrevo a asegurar que de aquella manera la “élite” de la ciudad se vengaba de las clases populares por haber obligado a sus antepasados, miembros del la Junta de Gobierno que administraba la ciudad en 1811, a firmar en contra de su voluntad el Acta de Independencia de la Corona de España, no sé tal vez esté hilando muy fino pero algo hay en el canto de la cabuya. Consumado el hecho y la falta de pertenencia de nuestros folcloristas, sumado esto digo, contribuyó grandemente al empobrecimiento tanto de nuestro folclor, como de nuestras manifestaciones festivas, recordemos como la prensa registraba horrorizada “el bochornoso espectáculo ofrecido por nuestros coterráneos, que volviendo a épocas incivilizadas de vulgares taparrabos, salen por las calles escandalizando a nuestras damas y transeúntes con su bailes, sus cantos y gritería” si mal no estoy la cita de la referencia es un comentario de un editorialista del Diario de la Costa de 1919.

Al margen de todas estas consideraciones y de las causas probables de la invisibilización de nuestros actores festivos, trabajo que dejo en manos de antropólog@s y sociólog@s, amig@s míos, lo cierto es que a finales de los años 90, surge Gimaní Cultural, ONG que reivindica el cabildo como manifestación festiva, respetable, pero discutible su aporte, sin demeritar lo enriquecedor e importante para la ciudad que fue ese aserto. Desde entonces y desde sus sectores populares nuevamente, la ciudadanía pugna por no dejar morir el espíritu carnavalero y festivo de la city y propone escenarios alternativos, espacios diversos que se expanden por los cuatro puntos cardinales de la misma a su vez con nombres de: Cabildos otros de Carnaval, unos desparecidos ya, muy efímera su existencia, otros vigentes y unos que nacen este año y otros desconocidos, misteriosos, pues como los fantasmas y las brujas nadie los ve “pero de que existen, existen”